Esta es mi opinión sobre el “arreglo político” de Elba Esther, en CNN México.
En las últimas semanas se ha hablado mucho sobre el “arreglo político” entre el presidente Felipe Calderón y Elba Esther Gordillo. No debe sorprender que la opinión pública tenga gran interés en escudriñar lo que hubo detrás de dicho arreglo que, según la misma Gordillo, siempre fue evidente y “no le avergüenza”. ¿Este tipo de acuerdos son ominosos o son un síntoma natural de toda democracia? Desde un punto de vista pragmático, puede decirse que los intercambios de favores (quid pro quo) son un elemento natural de la política y que, después de todo, esto se sabía desde 2006.
Vayamos por partes. Algo sabíamos de este arreglo pero lo cierto es que aún no se sabe todo. Para muchos, la más clara evidencia del pacto son los cargos que Calderón concedió a cuadros cercanos a la maestra: la Subsecretaría de Educación Básica, así como las direcciones del ISSSTE, del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y la Lotería Nacional. En efecto, no son pocas concesiones pero ¿cuál fue el otro lado de la transacción?
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