Mis “primeras reacciones” a la elección del domingo pasado aparecen (updated, claro) en la edición de hoy de El Universal. Mis “reacciones secundarias”, por cierto, tienen que ver con el papel del nuevo COFIPE, las trampas de nuestro sistema electoral y el efecto de “los medios” en el resultado de la elección, pero volveremos a este más adelante.
Lo que provocaron los votos
“Con los datos del cierre del PREP todo parece indicar que el PAN obtendrá 71 curules de mayoría relativa, 66 menos que las que obtuvo en 2006. La coalición PRI-PVEM, por otro lado, obtendrá 187 diputaciones de mayoría relativa, 122 más que las que obtuvo hace tres años. La distribución de curules de representación proporcional es algo más complicada puesto que el PRI llegará al tope de sobrerrepresentación que marca la ley (8 por ciento).
Las casas encuestadoras nos tendrán que explicar por qué casi ninguna de ellas pudo anticipar una brecha de más de 8 puntos porcentuales entre PRI y PAN. Más allá de eso, comprender cómo 3 millones de votos se traducen en más de 100 curules de diferencia requiere un análisis más cuidadoso.
Tras nueve años en el poder, el PAN no ha podido construir un aparato electoral para contener la maquinaria priísta estatal. El desplome y/o fractura del PRD beneficiaría relativamente más al PRI que al PAN, esto se sabía hace meses y se pudo haber anticipado durante la campaña. Y al final de cuentas, la crisis económica “que vino de fuera” cobró su factura voto por voto. El ágil equipo de campaña panista de 2006 brilló por su ausencia.
La jornada electoral transcurrió sin mayores problemas. El PREP 2009 avanzó mucho más rápido porque sólo tuvo que contarse una boleta por ciudadano, en vez de 3, y a un mayor abstencionismo: menos votos que contar conduce a un llenado y captura de actas más rápido. Al igual que antes, el PREP tiene un sesgo urbano. En la medida en que los votos nulos “por convicción” son urbanos, el PREP sobreestimó el porcentaje de votos nulos en las primeras horas. Por ello, los nulos iniciaron por arriba de 7% y cerraron en 5.4%.
El voto nulo también tuvo consecuencias no menores. Asumiendo que al menos 1% de los anulacionistas podrían haber votado por PSD –su perfil sociodemográfico sugiere que esto es plausible, pues muchos de ellos apoyaron a Alternativa/Patricia Mercado en 2006– puede decirse que el movimiento anulacionista hizo perder el registro al PSD.
La izquierda mexicana sigue en pleito consigo misma: En 2006 los votos de Patricia Mercado pudieron haberle costado la presidencia a López Obrador: Alternativa Socialdemócrata consiguió su registro sólo para quebrantarse pocos meses después. Y en 2009 puede decirse que los anulacionistas eliminaron del mapa al PSD. Por su lado, una vez más los perredistas se partieron en 2 o 3 facciones: PRD, PT y Convergencia. Cada líder tiene su partido, pero esto no los ayudará en nada en 2012.
Algunos celebraron haber borrado del mapa un pequeño partido parasitario. Pero que nadie se confunda, el monto de financiamiento público a los partidos no se reducirá un centavo: éste depende ahora del tamaño del padrón, y no del número de partidos, como antes. Tampoco disminuirá el número de spots, ni su aburrimiento, por cierto.
Lo que sí cambiará es la distribución de recursos, tiempos y curules entre los 7 partidos sobrevivientes. Al eliminar del cómputo los votos nulos, no registrados así como los votos del PSD, el porcentaje efectivo de votos y curules de representación proporcional de los otros partidos aumentará en alrededor de 7 por ciento. Como bien sabemos, los votos nulos aumentan la sobrerrepresentación de los partidos que mantienen su registro: el porcentaje efectivo de votos del PRI pasó de 36.7 a 39.3% gracias a esto.
¿Eso es mucho o es poco? Depende de cuánto “te duelan” los diputados de los partidos grandes: Como hay 200 curules de representación proporcional, cada 1% de votos adicionales para un partido equivalen a 2 diputados más. De modo que los 2.6 puntos más que consiguió el PRI tras eliminar los votos inválidos se traducirán en 5 diputados más. Para el PAN, el bono de sobrerrepresentación es menor: unas 4 curules más. Dicho de manera más sencilla, los 4 diputados que hubiera ganado el PSD y los 12 del inexistente “partido anulacionista”, se acaban repartiendo entre los partidos con registro, y los partidos más grandes reciben relativamente más curules.
Pero una curul de más o de menos, o un pequeño partido de más o de menos quizá no son tan importantes. Las consecuencias importan: el bono de sobrerrepresentación del “movimiento anulacionista” hará más factible que una coalición del PRI y del PVEM consiga la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, o algo muy cercano a ello. Es la misma mayoría que perdió el PRI en 1997 y que muchos consideran una piedra angular de la transición democrática. Viendo a futuro, si el PRI consigue la presidencia en 2012 no podremos descartar que también cuente con el Congreso. Después de todo, ellos saben cómo hacerlo.”
Estimado Aparicio,
Me encantó tu columna; nos ilustra bastante sobre el debate de los votos nulos.
Carolina Varela
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