He recibido algunos comentarios por correo sobre mi columna “Lo que provocaron los votos” del jueves pasado. He aquí algunas aclaraciones:
Mi hipotética afirmación sobre los anulistas que decía: “Asumiendo que al menos 1% de los anulacionistas podrían haber votado por PSD” se fundamentó en lo siguiente: según una encuesta de Berumen (levantada del 23 al 26 de junio de 2009) el perfil de los anulistas era, primordialmente, hombres de 18 a 39 años, con licenciatura y afinidad por partidos pequeños o sobre todo independientes (y con quien menos se identificaban era con PAN o PRI).
Aunque no he visto exit polls a detalle, éste era un perfil similar al de quienes votaron por Alternativa Socialdemócrata en 2006. En cierto modo, el perfil de votantes de ASDC/PSD coincide con quienes quieren votar por una opción “diferente a los partidos de siempre”, lo cual los hace similares a los anulistas, quienes también están hartos de los “partidos en general”. Esto es difícil de demostrar fehacientemente porque no sabemos mucho sobre las segundas preferencias de los anulistas ni mucho menos cómo votaron en 2006 (si acaso lo hicieron) pero lo planteo como una hipótesis plausible. Quizá hubiera sido más preciso añadir que, sin el pleito que fragmentó a ASDC/PSD, quizá el PSD hubiera conseguido más votos y mantenido su registro.
Otra afirmación de mi artículo (“los cuatro diputados que hubiera ganado el PSD y los 12 del inexistente “partido anulacionista”, se acaban repartiendo entre los partidos con registro, y los partidos más grandes reciben relativamente más curules.”) si tiene un error aritmético: Debí decir “2 para PSD y 12 para el partido anulacionista”. Entre PSD, nulos y no registrados sumaron alrededor de 7% del voto nacional, lo cual a groso modo se puede traducir en 14 curules RP. Aquí no distingo entre nulos por error o por convicción porque quise transmitir la idea de que los votos nulos, al restarse del cómputo, acaban aumentando el porcentaje efectivo de los partidos con registro, y que los partidos más grandes se benefician más de esto en curules absolutas.
Yo no quise decir que los votos nulos produjeron el abultado triunfo priísta (eso es culpa de sus rivales PAN y PRD, creo). Lo que sí quise decir era que los votos nulos habían contribuido a que la bancada de los partidos grandes, incluido el PRI, fuera más grande. Al final de cuentas, el impacto neto del voto nulo en el resultado electoral es una especie de caja negra pues no sabemos cuál es el contrafactual relevante: o bien los anulistas podrían haberse abstenido o bien podrían haber votado por algún partido (pero no sabemos cuáles ni en que proporciones). Claro está, si todos los anulistas se hubieran abstenido de votar, el resultado hubiese sido justo el mismo que tenemos ahora. Y si los anulistas hubieran votado por otros partidos en proporciones similares a las obtenidas el 5 de julio, el resultado también sería el mismo.
Mi principal objeción con el movimiento anulacionista es sobre los efectos directos del mecanismo elegido para protestar contra los partidos. Creo que la protesta social es legítima, que nuestros decepcionantes partidos merecen un castigo, y vaya, que cada quien puede hacer con su voto lo que guste. Una mayor participación es bienvenida, claro, pero una mayor participación que no premia ni castiga a un partido específico tiene efectos nimios. Pero no creo que el voto nulo haya sido el mejor mecanismo para producir tal castigo, toda vez que genera sobrerrepresentación y sólo castiga a los partidos menos relevantes. Lo mismo ocurre con los abstencionistas: su apatía o indiferencia contribuye a que, con un 37% del voto de un 45% del padrón, un partido se lleve la mayoría de las curules uninominales en la cámara.
Sobre tu último punto en negritas: no es más bien un problema de las reglas de proporcionalidad del sistema electoral. Podrías tener como regla que no haya manera de que un partido tenga un porcentaje de representación más alto que el porcentaje de votación que haya sacado. ¿No se llama proporicionalidad pura al estilo alemán o israelí?
Claro, el sesgo de sobrerrepresentación se debe a la fórmula de reparto de curules RP en nuestro sistema mixto. Con otra fórmula, el efecto del voto nulo hubiera sido distinto.
Pero dadas las reglas que tenemos, tanto votos nulos como abstenciones producen más sobrerrepresentación que la propiamente inducida por el sistema electoral.
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