¿Cómo es que los medios pueden ayudar a limitar la corrupción en una democracia? Aquí mi columna de esta semana para Excélsior, “Voto razonado” (13 diciembre 2014).
En las últimas semanas han salido a la luz pública posibles conflictos de interés entre un grupo de empresas que han recibido contratos gubernamentales multimillonarios, al tiempo que han vendido propiedades a la esposa del Presidente y al secretario de Hacienda. ¿Cuántas empresas beneficiarias de contratos gubernamentales están relacionadas de una forma u otra con altos funcionarios? No lo sé. Más allá de algunos medios, ¿alguien debería investigarlo conforme a principios de certeza, legalidad, e imparcialidad? Por supuesto.
Hay quien dice que los medios masivos de comunicación, tales como la prensa, la radio y la televisión, juegan un papel fundamental para limitar los abusos gubernamentales y la corrupción. ¿Están cumpliendo con ese papel los medios en México? Un optimista diría que sí puesto que los medios cada vez han ventilado un mayor número de escándalos por corrupción —sea ésta real o aparente.
Sin embargo, un pesimista diría que no tanto puesto que, por desgracia, ya casi es una costumbre que la única consecuencia tangible de un escándalo mediático es una serie de dimes y diretes entre diversos actores que, al poco tiempo, serán reemplazados por otra nota u otro escándalo. Otro pesimista añadiría que, si bien cada vez hay más escándalos mediáticos, los medios en nuestro país siguen sin ser capaces de hacer periodismo de investigación en serio ni de dar seguimiento a ciertos temas más allá del famoso par de semanas de dimes y diretes.
Según Transparencia Internacional, México ocupa el lugar 103 entre 175 países en un índice de percepción de corrupción en el sector público. Tan sólo en América Latina nos superan Chile, Uruguay, Brasil, Colombia y Perú. Valdría la pena analizar si en esos países los medios reportan más casos de corrupción o bien si éstos tienen mayores consecuencias.
¿Cómo es que los medios pueden ayudar a limitar la corrupción? Por principio de cuentas, no se trata de esperar que los medios sean más angelicales o bien intencionados que los políticos en turno o los ciudadanos. Se trata más bien de que medios libres e independientes, al intentar maximizar sus ganancias, buscarán conseguir el mayor impacto o audiencia con sus notas y coberturas informativas. Y una buena forma de hacerlo es exhibiendo o investigando los abusos de los poderosos. Bajo esta lógica, si un medio decide no denunciar algún caso de corrupción, dejaría un flanco abierto para que otro medio sí lo haga y gane así mayor credibilidad o audiencia. Algunos medios, por ejemplo, compiten ferozmente para buscar las notas más escandalosas de la farándula por una sencilla razón: a muchas personas les gusta ver gente famosa en problemas.
Así las cosas, medios libres e independientes pueden ayudar al buen funcionamiento de una democracia porque ayudan a controlar a los políticos de dos formas importantes. La primera es ayudando a “seleccionar políticos”: quienes tengan “mucha cola que les pisen” quizá lo pensarán dos veces antes de buscar altos cargos públicos, toda vez que temerán ser víctimas de un escándalo mediático o una investigación que arruine su carrera política —y con ello dejarán lugar a los menos coludos, por así decirlo.
El segundo mecanismo, quizá más importante si queremos pensar que todos los políticos son susceptibles de corromperse, consiste en “disciplinar políticos”: una vez que han llegado al poder –con cola o sin cola— los políticos lo pensarán dos veces antes de incurrir en un acto visible de corrupción puesto que también temerán ser víctimas de un escándalo o una investigación.
Estos mecanismos no suponen que todos los medios vigilarán a todos los políticos por igual: así como no todos los medios buscan llegar a “todo el público”, tampoco vigilarán a “todos los políticos”. En una industria mediática competitiva, libre e independiente, cada medio vigilará a cierto segmento. Los mecanismos anteriores pierden fuerza si los principales medios son capturados por el gobierno o si éstos se encuentran coludidos con los grupos políticos. En México, ¿sobran o faltan escándalos mediáticos? ¿Sobran o faltan consecuencias?