Evaluación presidencial 2007-2009

Con base en las encuestas de evaluación presidencial publicadas por El Universal entre enero 2007 y noviembre 2009, he preparado algunas gráficas.  Las líneas gruesas muestran el ajuste suavizado entre cada encuesta, y la líneas delgadas son un ajuste lineal durante todo el período. Mi opinión sobre estas mismas encuestas ha sido publicada allí mismo en abril 2009, en septiembre 2009 y la más reciente aquí.

 

En general, ¿usted aprueba o reprueba el trabajo que está haciendo Felipe Calderón como Presidente de la República?

 

Como presidente de la república, ¿Felipe Calderón ha hecho hasta el momento más de lo que usted esperaba, lo que usted esperaba, o menos de lo que esperaba de él?

 

En general, ¿usted cree que el país va por muy buen camino, por buen camino, por mal camino o por muy mal camino?

Aprobación presidencial a mitad del camino

¿Cómo llega Felipe Calderón a la mitad de su mandato?  El Universal de hoy, 30 de noviembre de 2009, publica su más reciente encuesta de evaluación presidencial y me invitaron a comentarla aquí.  Por razones de espacio, el artículo tuvo que ser recortado y, como uno no siempre controla esas cosas, quedó bastante telegráfico.  Esta es la versión completa:

Popularidad a mitad del camino

De acuerdo a la más reciente encuesta sobre el desempeño presidencial, levantada por Berumen y Asociados entre el 20 y 22 de noviembre, la mitad de la población aprueba el trabajo de Felipe Calderón, mientras que un tercio lo reprueba. Es la cifra más baja de su mandato pero, considerando que 73% opina que las cosas han empeorado en el país, su evaluación podría ser aún más baja. Quizá algunos valoran los esfuerzos del presidente, independientemente de los resultados, y quizá otros no le atribuyan toda la responsabilidad. Sin embargo, por cada ciudadano que piensa que Calderón ha hecho más de lo esperado hay más de cuatro que opinan lo contrario (12 vs. 55%).

En toda democracia es muy difícil mantener un alto nivel de aprobación–mucho menos en tiempos de crisis.  De hecho, cuanto más alto sea el nivel inicial, más fuerte puede ser el desplome: en Estados Unidos, Nixon, Carter o Bush vieron caer su popularidad en más de 40 puntos durante sus mandatos. Zedillo, por otro lado, tras comenzar con una crisis, terminó su mandato siendo bastante popular. Ejercer el poder bajo el escrutinio de la oposición desgasta y  pocos políticos están dispuestos a sacrificar su capital político so pena de perder el poder.

El presidente Calderón no es una excepción: su aprobación podría ser aún más baja pero ha seguido una cuidadosa estrategia de imagen. A diferencia de Fox, quien gustoso “le entraba a todas”, Calderón es cauto y delega en su gabinete la discusión de temas riesgosos: como en el caso de la influenza (salud), la extinción de LFC (gobernación y trabajo), así como el manejo de la crisis y el paquete económico (hacienda). Calderón no desaparece del todo, pero dosifica estratégicamente sus discursos y mensajes. Con todo, el ejercicio del poder lo desgasta.

Si hacemos un recuento del primer trienio de Felipe Calderón encontramos claroscuros. Por ejemplo, la reforma de pensiones de su primer año, el combate al narcotráfico, la respuesta ante la epidemia de influenza, la extinción de LFC, e incluso promover un alza de impuestos en medio de una recesión son, para bien o para mal, medidas costosas y acaso valientes.

Sin embargo, también se extraña un mayor liderazgo. Veamos. ¿Por qué no ha impulsado de manera más frontal su agenda de reformas frente al Congreso? ¿Por qué hasta ahora se decidió enfrentar al SME? ¿Por qué no se confrontan otros sindicatos igualmente onerosos? ¿Por qué  acusa a los empresarios de no pagar impuestos pero su propia iniciativa fiscal no propone eliminar exenciones? ¿Por qué evitar el tema económico por tantos meses mientras el resto del mundo reaccionaba con vigor?

A lo largo de este sexenio, el tema económico siempre ha sido más relevante y, desde hace más de un año, acaso más grave que el de la inseguridad.  Sin embargo, durante la campaña intermedia el PAN prefirió minimizarlo y concentrarse en la “guerra contra el crimen y el narcotráfico”, tema que favorece la imagen del mandatario.  No fue sino hasta la discusión del paquete económico de 2010 que la administración calderonista reconoció la urgencia de responder a la crisis con medidas fiscales drásticas.

En contraste, en Estados Unidos la crisis estalló en plena campaña presidencial y Bush anunció medidas económicas contundentes que, entre otras cosas, ayudaron al triunfo de Obama. En México no se hizo mucho, se pospuso la discusión de fondo hasta pasada la elección y, lo que es peor, tampoco se resolvió gran cosa con el paquete fiscal aprobado para el año próximo. Si bien puede ser cierto que “la crisis vino de fuera”, la respuesta a la crisis tiene que venir desde adentro. La inacción en este y otros temas es responsabilidad del presidente, por no impulsar un plan de acción en el momento oportuno, y también del Congreso por no atenderlo así sea de manera tardía.

En el mediano plazo es probable que la aprobación de Felipe Calderón siga bajando y que sea aún más difícil impulsar su agenda de reformas.  En adelante, tampoco deberá sorprendernos que algunos miembros del gabinete, preocupados por no lastimar posibles candidaturas, tampoco quieran arriesgarse en las batallas por venir. ¿Por qué nuestra democracia incentiva la miopía? Cuando un político no puede buscar la reelección, sus incentivos cambian de manera importante hasta hacerlo casi inútil: hacer un gran esfuerzo no vale la pena. Los problemas del presente los tiene que resolver algún líder futuro con capital político. Quizá por ello nuestra clase política parezca tan ineficaz y timorata.