Esta semana continúo con el tema de política fiscal en mi columna semanal para Excélsior, “Voto razonado” (5 de octubre 2013). En mi columna previa traté el tema de la incidencia de la exención del IVA a alimentos y medicinas; ahora discuto la diferencia entre gravar el consumo o gravar el ingreso.
¿ISR vs. IVA?
La semana pasada comenté en este espacio que es incorrecto afirmar que las exenciones del IVA para alimentos y medicinas protegen a los más pobres. Por un lado, es cierto que los hogares más pobres destinan una mayor proporción de su gasto para consumir alimentos y medicinas que los hogares más ricos y, por ende, la exención del IVA les ayuda. Pero también es cierto que, en términos absolutos, los hogares más ricos consumen mucho más alimentos y medicinas que los hogares pobres. De modo que la exención de IVA para alimentos y medicinas perdona o subsidia mucho más recursos para los hogares de clases medias y altas que para los hogares pobres. Este problema es particularmente grave dada la alta desigualdad en la distribución del ingreso en México.
Pretender una redistribución del ingreso a partir de meras exenciones en impuestos al consumo como el IVA no es una buena idea. Si acaso se busca una mayor redistribución del ingreso, ésta se lograría recaudando más y gastando mejor. Así las cosas, valdría la pena cobrar un IVA generalizado, quizá a una tasa menor a 16% actual, y utilizar la recaudación adicional obtenida de los hogares ricos para financiar diferentes programas de gasto que beneficien a los hogares más pobres.
Otra discusión relevante en toda política fiscal es el balance relativo entre la recaudación mediante impuestos al ingreso, como el Impuesto Sobre la Renta o ISR (impuestos directos), y los impuestos al consumo tales como el Impuesto al Valor Agregado o IVA (conocidos como impuestos indirectos). De acuerdo con la Ley de Ingresos de la Federación para 2013, en este año se espera recaudar 818.1 mil millones de pesos mediante el ISR y 622.6 mil millones de pesos mediante el IVA. Por otro lado, de acuerdo con el paquete económico para 2014 que está discutiéndose en estos días en el Congreso, los ingresos por ISR estimados para el próximo año serían de 1.03 billones de pesos (27% más que en 2013) y de 632.3 mil millones de pesos mediante IVA (tan solo 1.5% más que en 2013). Claramente, el énfasis del paquete fiscal para 2014 y años subsecuentes recae en aumentar los impuestos al ingreso. ¿Es esto una buena idea?
En un mundo sin evasión fiscal, cobrar impuestos al ingreso o al consumo quizá no tendría una gran diferencia. Pero cuando la evasión es un problema, vale la pena buscar la combinación ideal de impuestos que minimicen la evasión o elusión.
Los impuestos al ingreso gravan los ingresos laborales o de capital, mientras que los impuestos al consumo pueden evitarse ahorrando o evitando consumir los productos gravados. En general, los impuestos al consumo son regresivos, pero esto puede paliarse mediante exenciones. Si un impuesto al consumo es muy elevado, castigará tanto el gasto de los hogares como los ingresos de los negocios y acabará recabando muy poco.
Los impuestos al ingreso castigan tanto los ingresos laborales como el ahorro puesto que los intereses ganados en el banco o en una inversión también causan impuestos. Los impuestos al ingreso, como el ISR, generan una brecha entre lo que se gana por trabajar y lo que en realidad se recibe. De modo que un impuesto sobre la renta demasiado elevado puede incentivar que las personas trabajen menos o prefieran mantenerse en el sector informal de la economía. Para decirlo de otro modo, si los impuestos al ingreso disminuyeran, el poder adquisitivo de muchos hogares aumentaría de inmediato. Del mismo modo, una tasa elevada de ISR, al castigar los ahorros, también puede producir menor inversión productiva.
Aunque suene políticamente incorrecto, la discusión entre recaudar impuestos mediante IVA o ISR debe centrarse en términos de eficiencia antes que en términos de justicia: ¿cómo se puede recaudar más y de qué fuentes? ¿Qué tipo de impuestos genera menos distorsiones en las decisiones de los hogares? Una vez lograda cierta meta de recaudación, los objetivos redistributivos se atienden mediante el gasto, del que nos ocuparemos en otra ocasión.