Voto nulo y wishful thinking

El 7 de mayo pasado, los estudiantes del Colmex me invitaron a participar en una mesa redonda sobre el voto nulo. Estas son algunas notas al vuelo sobre los “efectos mecánicos vs. psicológicos del voto nulo”, que resumen mi postura en aquella mesa.

El voto nulo, al igual que el abstencionismo, produce sobrerrepresentación. (Lo demás es wishful thinking.)

  1. Cada quien hace lo que quiere con su voto. De hecho, muchos votos son irrelevantes (por no ser determinantes en el resultado), así que anular o no la verdad tampoco es tan importante… pero si la sobremesa insiste, aquí vamos.
  2. Efectos mecánicos o aritméticos. El “efecto en los resultados electorales” del voto nulo es… casi nulo: al no revelar preferencias, no da ni quita triunfos.
  3. Al igual que el abstencionismo, lo que sí producen los votos nulos es sobrerrepresentar la fuerza real de los “votos válidos”: si la mitad de la gente anula o se abstiene, las preferencias y votos expresadas por la otra mitad valen el doble en la cofiguración de un congreso, por ejemplo..
  4. Pero si poca gente anula su voto, la verdad esto tampoco es un gran problema. En todo caso el problema real es el abstencionismo: 50% de abstencionismo produce mucho más sobrerrepresentación que 5% de votos nulos. La verdadera tragedia es que, teniendo sufragio universal, mucha gente se abstenga de ejercerlo.
  5. Quizá por ello, los partidos temen más al voto de castigo que al voto nulo o el abstencionismo: los partidos pierden o ganan con votos válidos, sea cual sea el nivel de nulos o abstencionistas.
  6. Efectos psicológicos: Visto como “acto de protesta“, el voto nulo puede tener efectos tan ambiguos como ir a una marcha o indignarte en redes sociales: a veces puede tener consecuencias reales, pero a veces éstas solo existen en tu mente. Pero si protestar te hace sentir bien, nadie puede reclamártelo: también es tu derecho.
  7. Argumentar que el voto nulo es una forma eficaz de protesta asume que los políticos serán más sensibles ante los votos nulos que ante los votos válidos o de castigo (mismos que pueden costarles un triunfo electoral, curules, presupuesto, supervivencia, etc.)
  8. Tu voto es tu voto. Al final de cuentas, es tan válido o legítimo “votar por o contra X”, como “protestar anulando”. Lo que me parece inadmisible es otorgarle más “consecuencias” a lo segundo que a lo primero: un voto que revela preferencias vale por dos: es un voto más para X, y un voto menos para las demás opciones. No puede decirse lo mismo de los nulos.
  9. Pregunta del ácido: ¿con cuántos votos nulos pedería su registro alguno de los partidos que te tienen tan insatisfecho? Respuesta: a partir de 2014, los votos nulos no cuentan para calcular el 3% de voto mínimo para que un partido mantenga el registro. (Antes sí contaban, por cierto).
  10. “No quiero votar por los mismos de siempre: todos son iguales.” Decir que “todos son iguales” es un bandera común de anulistas y abstencionistas. Lo curioso de esa justificación tan amplia y general es que basta UNA sola excepción para invalidarla.
  11. Basta una legislación o política pública implementada en los últimos años que a ti te guste para demostrar que la competencia electoral a veces produce buenos resultados. (Por ejemplo, chilangocéntricamente, sospecho que a muchos anulistas les gustan las ecobicis, el metrobus y/o la legalización del aborto. Sospecho, también, que la competencia electoral produjo esas políticas.)
  12. Otra cosa es indignarse por la insuficiencia de resultados. Pero en este caso mi hipótesis es que el voto de castigo produce más y mejores resultados que anular un voto por la sencilla razón de que los políticos temen más a perder elecciones que a perder legitimidad vía “el látigo del desprecio anulista”.
  13. Se acepta evidencia (no anecdótica no retórica, por favor) de que mi hipótesis anterior es falsa.

Lecturas relacionadas:

  • Aquí encontrarán otras entradas sobre el voto nulo en este blog.
  • Aquí mi defensa del voto de castigo. Y aquì otra de Jesùs Silva-Herzog.
  • Mi colega José Antonio Crespo ha escrito reiteradamente en favor del voto nulo: aquí, aquí y aquí.  Paola Saeb también hace una defensa del voto nulo. Y aquì otra más de José Ignacio Lanzagorta.
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1 thought on “Voto nulo y wishful thinking

  1. Pero entonces Javier, bajo esos argumentos que manejas y claro! ahora la ley lo avala, los ciudadanos estamos obligados a votar para “castigar”, aunque con ésto estemos beneficiando a otra banda de corruptos, bajo aquella consigna de votar por “el menos peor”. ¿Dónde está la democracia tan manoseada tanto por políticos como por estudiosos?…..A esto se le llama “simulación” y “taparse todos con la misma cobija”, NO podemos votar por gente ni partidos que aprueban leyes para seguir manteniéndose ellos (lo que menos les interesa es el bienestar de los mexicanos), exprimiendo y secuestrando a toda una nación.

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