Lo que sigue es un rant. Creo que hay un argumento subyacente pero hoy no tengo tiempo de pulirlo. Bajo advertencia no hay reclamación.
Un argumento común en el debate en torno a la reforma política tiene la siguiente forma: “La reforma política X no es suficiente (¿qué lo es?) / no es varita mágica (¿en serio?) / no resuelve nada (¿así de plano?). Por lo tanto mejor A) quedémonos como estamos, o B) esperemos a que alguien diseñe la reforma- integral-que-resuelva-todo rápido y bien con el consenso-de-todos-y-sobretodoyo”
El diablo está en los detalles, sí, pero a veces da mucha flojera tener que discutir una y otra vez con argumentos que se pierden en los efectos de segundo orden (“qué difícil sería acomodar X en el COFIPE” / “los principales beneficiarios de X son malos”) antes que ver los de primer orden (“los actores políticos tendrían mejores incentivos con X que sin X y eso beneficia a los votantes”). Aún así, nunca falta el experto que te quiere apantallar con su conocimiento profundo… de los matorrales.
Ejemplo 1: La reelección no es buena idea porque algunos caciques se enquistarían en el poder. No es suficiente porque no hay rendición de cuentas. Además mira el COFIPE: ¿cómo asignar financiamiento público y acceso a medios cuando hay incumbents? ¿Quién vigilaría los “actos anticipados de campaña” en un mundo con reelección? ¿Cuándo empieza la precampaña de un incumbent? Esas cosas funcionan en otros países pero no estamos listos…
Ejemplo 2: Las candidaturas ciudadanas no son buena idea porque sólo los ricos, los narcos o los famosos se beneficiarían de ellas. No son suficientes porque pueden producir ingobernabilidad. Es más, son irrelevantes porque, a la hora de la hora, actuarían igualito que los políticos partidistas. Además el COFIPE dice que…
Pues sí. Es complicado. Implementar X toma tiempo. Quizá no funcione al principio (¡es lo más seguro!). Quizá X beneficie más a un partido que a otro en el corto plazo. Quizá haya que rehacer el COFIPE una-vez-más.
Por supuesto que estas y otras complicaciones importan (unas más que otras, debo decir). Sin embargo, hay un cúmulo de literatura teórica y empírica que sugiere que algunos mecanismos y reglas son mejores que otros. Un sistema con reelección induce un mejor comportamiento de los representantes políticos. Menores barreras a la entrada, como las candidaturas independientes, producen mayor competencia. Y mayor competencia política entre representantes con mejores incentivos es mejor para los votantes que menos competencia y peores incentivos.
Pero si sólo miramos a nuestros políticos tal y como hoy actúan (bajo las reglas vigentes), o nos perdemos en los vericuetos del COFIPE y sus parches, siempre será fácil encontrar una falacia que sirva de pretexto a los beneficiarios del statu quo.
El derecho a votar y poder reelegir a nuestros representantes es más importante que los matorrales. El derecho a ser votado con o sin partido y, en su caso, buscar la reelección, también.
[Addendum 12 mayo 2011: Por si no lo han notado, el truco de mi alegato es asumir que las desventajas de X son de segundo orden, mientras que las ventajas son de primer orden. Habría que explicarlo o demostrarlo en vez de asumirlo. Por eso advertí que esto era un rant. Si hay tiempo y ganas, intentaré hacerlo más adelante.]
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