Evaluación presidencial 2007-2009

Con base en las encuestas de evaluación presidencial publicadas por El Universal entre enero 2007 y noviembre 2009, he preparado algunas gráficas.  Las líneas gruesas muestran el ajuste suavizado entre cada encuesta, y la líneas delgadas son un ajuste lineal durante todo el período. Mi opinión sobre estas mismas encuestas ha sido publicada allí mismo en abril 2009, en septiembre 2009 y la más reciente aquí.

 

En general, ¿usted aprueba o reprueba el trabajo que está haciendo Felipe Calderón como Presidente de la República?

 

Como presidente de la república, ¿Felipe Calderón ha hecho hasta el momento más de lo que usted esperaba, lo que usted esperaba, o menos de lo que esperaba de él?

 

En general, ¿usted cree que el país va por muy buen camino, por buen camino, por mal camino o por muy mal camino?

Aprobación presidencial a mitad del camino

¿Cómo llega Felipe Calderón a la mitad de su mandato?  El Universal de hoy, 30 de noviembre de 2009, publica su más reciente encuesta de evaluación presidencial y me invitaron a comentarla aquí.  Por razones de espacio, el artículo tuvo que ser recortado y, como uno no siempre controla esas cosas, quedó bastante telegráfico.  Esta es la versión completa:

Popularidad a mitad del camino

De acuerdo a la más reciente encuesta sobre el desempeño presidencial, levantada por Berumen y Asociados entre el 20 y 22 de noviembre, la mitad de la población aprueba el trabajo de Felipe Calderón, mientras que un tercio lo reprueba. Es la cifra más baja de su mandato pero, considerando que 73% opina que las cosas han empeorado en el país, su evaluación podría ser aún más baja. Quizá algunos valoran los esfuerzos del presidente, independientemente de los resultados, y quizá otros no le atribuyan toda la responsabilidad. Sin embargo, por cada ciudadano que piensa que Calderón ha hecho más de lo esperado hay más de cuatro que opinan lo contrario (12 vs. 55%).

En toda democracia es muy difícil mantener un alto nivel de aprobación–mucho menos en tiempos de crisis.  De hecho, cuanto más alto sea el nivel inicial, más fuerte puede ser el desplome: en Estados Unidos, Nixon, Carter o Bush vieron caer su popularidad en más de 40 puntos durante sus mandatos. Zedillo, por otro lado, tras comenzar con una crisis, terminó su mandato siendo bastante popular. Ejercer el poder bajo el escrutinio de la oposición desgasta y  pocos políticos están dispuestos a sacrificar su capital político so pena de perder el poder.

El presidente Calderón no es una excepción: su aprobación podría ser aún más baja pero ha seguido una cuidadosa estrategia de imagen. A diferencia de Fox, quien gustoso “le entraba a todas”, Calderón es cauto y delega en su gabinete la discusión de temas riesgosos: como en el caso de la influenza (salud), la extinción de LFC (gobernación y trabajo), así como el manejo de la crisis y el paquete económico (hacienda). Calderón no desaparece del todo, pero dosifica estratégicamente sus discursos y mensajes. Con todo, el ejercicio del poder lo desgasta.

Si hacemos un recuento del primer trienio de Felipe Calderón encontramos claroscuros. Por ejemplo, la reforma de pensiones de su primer año, el combate al narcotráfico, la respuesta ante la epidemia de influenza, la extinción de LFC, e incluso promover un alza de impuestos en medio de una recesión son, para bien o para mal, medidas costosas y acaso valientes.

Sin embargo, también se extraña un mayor liderazgo. Veamos. ¿Por qué no ha impulsado de manera más frontal su agenda de reformas frente al Congreso? ¿Por qué hasta ahora se decidió enfrentar al SME? ¿Por qué no se confrontan otros sindicatos igualmente onerosos? ¿Por qué  acusa a los empresarios de no pagar impuestos pero su propia iniciativa fiscal no propone eliminar exenciones? ¿Por qué evitar el tema económico por tantos meses mientras el resto del mundo reaccionaba con vigor?

A lo largo de este sexenio, el tema económico siempre ha sido más relevante y, desde hace más de un año, acaso más grave que el de la inseguridad.  Sin embargo, durante la campaña intermedia el PAN prefirió minimizarlo y concentrarse en la “guerra contra el crimen y el narcotráfico”, tema que favorece la imagen del mandatario.  No fue sino hasta la discusión del paquete económico de 2010 que la administración calderonista reconoció la urgencia de responder a la crisis con medidas fiscales drásticas.

En contraste, en Estados Unidos la crisis estalló en plena campaña presidencial y Bush anunció medidas económicas contundentes que, entre otras cosas, ayudaron al triunfo de Obama. En México no se hizo mucho, se pospuso la discusión de fondo hasta pasada la elección y, lo que es peor, tampoco se resolvió gran cosa con el paquete fiscal aprobado para el año próximo. Si bien puede ser cierto que “la crisis vino de fuera”, la respuesta a la crisis tiene que venir desde adentro. La inacción en este y otros temas es responsabilidad del presidente, por no impulsar un plan de acción en el momento oportuno, y también del Congreso por no atenderlo así sea de manera tardía.

En el mediano plazo es probable que la aprobación de Felipe Calderón siga bajando y que sea aún más difícil impulsar su agenda de reformas.  En adelante, tampoco deberá sorprendernos que algunos miembros del gabinete, preocupados por no lastimar posibles candidaturas, tampoco quieran arriesgarse en las batallas por venir. ¿Por qué nuestra democracia incentiva la miopía? Cuando un político no puede buscar la reelección, sus incentivos cambian de manera importante hasta hacerlo casi inútil: hacer un gran esfuerzo no vale la pena. Los problemas del presente los tiene que resolver algún líder futuro con capital político. Quizá por ello nuestra clase política parezca tan ineficaz y timorata.

 

Vote buying, pork barrel & district geography in the US

If you think vote buying/pork-barrel politics can only be studied in developing countries or young democracies, think again. This is precisely the research agenda of Jowei Chen, a young professor at the University of Michigan.  I met him in APSA 2009 and, as you can see, it is really great stuff (the following links are from his own website):

1. Vote Buying in United States Elections:

FEMA hurricane disaster aid increases Bush votes among core Republicans, but not among Democrats or nonpartisans. FEMA also awards disproportionately more aid to Republican applicants, even conditioning on hurricane severity. Full Abstract.
Government monetary awards converted poor voters into Bush supporters in November 2004. Full Abstract

2. The Geographic Targeting of Pork Barrel Projects:

American Political Science Review. Vol. 101, No. 4: p. 657-676. Abstract
Forthcoming, American Journal of Political Science. Vol. 54, No. 2. Abstract

3. The Electoral Geography of Legislative Districting:

We conduct legislative districting simulations using only the apolitical criteria of drawing compact and contiguous districts. We show that the Republican party naturally wins a disproportionately large share of legislative seats in Florida, even without gerrymandering. This result emerges because Democratic voters tend to live in highly concentrated, urban cores, thus “wasting” their electoral strength on a small number of landslide Democratic districts. Republican voters are geographically dispersed more evenly throughout the hinterlands, allowing the Republican party to win a disproportionate share of districts by a slight margin.

Debating fallacies

En Estados Unidos se discute una reforma al sistema de salud con serias implicaciones para el déficit público en el largo plazo.  Es un debate complicado, pero Tyler Cowen enfatiza varios problemas de la forma en que debaten algunos defensores de la reforma. Problemas de argumentación de este tipo son recurrentes en otros temas distributivos en diversas latitudes y por eso quiero retomarlos aquí:

The fact that Republicans can (correctly) be blamed for making the bill worse does not constitute an argument that the current bill will make things, in fiscal terms, better.

Citing inconsistencies of bill opponents (“but he didn’t scream loud enough about [fill in the blank] way back when”) does not help on this score either.

Another argument I have seen (…) is: If we can’t solve this health care costs problem it won’t matter, therefore we can spend more without making the problem in net terms worse.  That’s a fallacy and you would never apply such reasoning while driving over the speed limit (“I’ll accelerate right now, after all at some point I’ve got to slow down anyway.”)Here is a guide for identifying future arguments in these veins, because they will recur when you have an activist government which wants to be very popular, combined with an under-educated, short-term oriented citizenry:

1. The retreat into the relative: “All the other options are even worse.”

2. Blame the Republicans: “They made the bill bad, not us.”

3. The critic is evil or inconsistent: “Your views are inconsistent, or you are morally questionable, so I can dismiss your worries.”

How to rank countries in a snap

Douglas Muir, from A Fistful of Euros, comments on country indexes (transparency, governance, freedom, etc.)countries.  As they say, perhaps it’s funny because it’s true!

Everyone must move to Finland right now

“What’s interesting is how almost all of these indexes, good and crappy alike, follow the same general pattern: First World countries filling up the top ranks, former colonies — especially in Africa — at the bottom. I bet you could generate a very plausible looking index with just a handful of simple rules. Negative numbers are depressing, so everybody starts with 20 points:

+10 If you are in Europe
+6 If you are in North (not Central) America
-10 If you are in Africa
-3 if you touch the Equator
+3 if you are largely north or south of 45 degrees latitude
+1 more if you are entirely so
+1 if you are a small (<100,000 square km) country
+1 more if you are tiny (<5,000 square km)
-5 if you are landlocked
+2 if your country existed 50 years ago
+5 if you are a former colony populated mostly by people of European descent
-1 if you’re mostly Muslim

Ingresos y Presupuesto 2010

Mi opinión sobre el paquete económico (ingresos y presupuesto) para 2010 aparece en El Universal de hoy (quizá añada un poco más de información más tarde).

Los costos de la hacienda

La discusión y aprobación tanto de los ingresos como del presupuesto de egresos del gobierno federal tiene una naturaleza eminentemente distributiva: produce ganadores y perdedores. A diferencia de otros asuntos que se posponen indefinidamente en el congreso, el debate anual en torno al presupuesto permite analizar como pocos la negociación entre el presidente y los legisladores. Más allá de la retórica donde todos dicen preocuparse por el bien del país, las decisiones hacendarias nos revelan las preferencias de nuestra clase política o los intereses que representa.

En México, los ingresos tributarios han sido históricamente bajos (alrededor de 10% del PIB), comparados con los promedios regionales y de países con ingresos per cápita similares.  La baja recaudación –y su dependencia de una renta petrolera volátil y no renovable– restringe la capacidad del estado, además de reflejar un equilibrio político perverso.  Por décadas, la renta petrolera ha permitido posponer una reforma fiscal “integral”. Y si el gobierno puede gastar sin exigir impuestos, los ciudadanos se acostumbran a recibir bienes y servicios públicos sin contribuir o sin reclamar demasiadas cuentas por ellos.

En otras latitudes, las izquierdas demandan mayores impuestos y gasto público, mientras que los partidos de derecha exigen una menor intervención del estado en la economía. Pero en México vivimos en un mundo al revés: el gobierno federal, supuestamente de derecha, propone mayores impuestos para preservar el gasto social mientras que la oposición rebate que es una mala idea aumentar impuestos durante una recesión. Pero los matices ideológicos en el debate hacendario resultan inútiles cuando la evasión fiscal y el dispendio públicos son la norma.

Para tener claro quién gana y quién pierde con el statu quo hace falta una discusión seria sobre la incidencia de los impuestos y el gasto público en México. Por un lado, se equivocan quienes se oponen a establecer un IVA generalizado aduciendo proteger a los más pobres: alrededor de la mitad del subsidio implícito en la exención del IVA a alimentos y medicinas favorece al 20% más rico de la población. Por otro lado, si bien el gasto social ha aumentado en los últimos 15 años, se equivocan también quienes afirman que este gasto, en su forma actual, contribuye a reducir la desigualdad: programas como Oportunidades son bastante progresivos, pero el grueso del gasto redistributivo (educación, salud, pensiones, subsidios agrícolas) es regresivo en términos absolutos, es decir, tiende a beneficiar a los menos pobres. Y ni hablar de la calidad del gasto.

De acuerdo con el Presupuesto de Egresos aprobado esta semana, el gobierno federal espera erogar este año 3.18 billones de pesos–casi 30 mil pesos por habitante. Y se ha dicho hasta el cansancio que cualquier ajuste brusco al presupuesto pondría en riesgo importantes y exitosos programas sociales como Oportunidades. Pero, ¿de qué tamaño es el compromiso con el combate a la pobreza? La propuesta inicial del Presupuesto de Egresos de la Federación contemplaba alrededor de 84.2 mmdp para SEDESOL, de los cuales 38.8 mmdp irían a Oportunidades, es decir, sólo 1.2% de los ingresos totales para 2010. ¿A dónde se va el resto?

El gasto en inversión física se estima en 536.7 mmdp y las transferencias a entidades en 920 mmdp. En contraste, los servicios personales del gasto programable ascenderían a 829 mmdp (26% de los ingresos). Sea cual fuere la rentabilidad social del gasto en burocracia, difícilmente puede considerarse un gasto progresivo.

El crecimiento económico es el mejor remedio contra la pobreza, pero la necesaria provisión de bienes públicos y redistribución del ingreso corresponden al estado. Sin embargo, por muy diversas razones las democracias tienden a favorecer políticas públicas económicamente ineficientes en aras de sostener coaliciones políticas de distinta índole. Nuestro sistema político es aún más proclive a proteger a grupos empresariales del pago de impuestos, y a beneficiar con el gasto a grandes burocracias antes que a la mayoría de los ciudadanos. En gran medida, la ineficiencia e injusticia de nuestra hacienda pública es legado del corporativismo del régimen priísta, pero 12 años de gobiernos sin mayoría en el congreso, y 9 del PAN, hacen corresponsables ya al resto de nuestros representantes. Y si no entendemos por qué las reglas del juego favorecen esto, podemos esperar sentados a que la democracia produzca resultados distintos.

Simple rules

…for getting published:

Rule 1: Read many papers, and learn from both the good and the bad work of others.

Rule 5: Learn to live with rejection.

Rule 6. The ingredients of good science are obvious—novelty of research topic, comprehensive coverage of the relevant literature, good data, good analysis including strong statistical support, and a thought-provoking discussion. The ingredients of good science reporting are obvious—good organization, the appropriate use of tables and figures, the right length, writing to the intended audience—do not ignore the obvious.

Evidently, following these simple or obvious rules is not always easy…
More rules here (on research, teaching, academia vs. industry, etc.)

Financiamiento a partidos (webcast)

Este martes 10 de noviembre al mediodía se llevó a cabo en el CIDE la mesa de redonda: ¿Para qué sirve el financiamiento público a partidos en México?, con la participación de John Ackerman – UNAM, Javier Aparicio – CIDE, Ma. Amparo Casar – CIDE, y Jorge Javier Romero – UAM.

El evento fue transmitido en línea y pueden ver la grabación aquí. El shortlink del webcast es:  http://bit.ly/2WgyN1

El orden y horario de las intervenciones fue el siguiente:

Ma. Amparo Casar – CIDE    (min 0:00)
Jorge Javier Romero – UAM   (min 21:00)
John Ackerman – UNAM   (min 38:30)
Javier Aparicio – CIDE   (min 55:30)
Preguntas y respuestas   (1hr 15min)

Social science humor

Via Monkey Cage, a selection of humorous quotes on Social Science, “all collected or concocted by the irrepressible A. Wuffle. If you like this sort of thing, then stay tuned for the soon-to-be-released Wit and Humor of Political Science (Sigelman, Newton, Meier, and Grofman, eds., which is slated for publication in January)”:

Thou shalt not commit a Social Science. — W. H. Auden

God gave all the easy problems to the physicists. – James March

In the social sciences, waiting for Newton is like waiting for Godot. — Lee Cronbach and Philip Converse

To avoid the problem of scientific validity, three strategies are commonly followed in the social sciences: (a) eschewing falsifiable statements; (b) denying the possibility of objective truth, and (c) writing in French or German. The combination of these three strategies has been shown to be virtually irresistible, even to strong minds. Statements which on the face of it are unintelligible gibberish can always be blamed on a bad translation. — A Wuffle

An economist is one who observes something that works in practice and wonders if it will work in theory. — As told to Bernard Nelson by Victor Fuchs

If you put all the economists in the country end to end, they’d still point in different directions. — Harry S. Truman

The Economist’s Motto: To err is human, to be paid for it divine. — Victor Fuchs

Those who do not know the past are condemned to repeat History 101. — Anon.

I dropped out of American Studies after the first exam, when I found out that the correct answer to all four questions was “hegemony.” — Emily Polsby

If you can understand an article in the APSR then something must have gone wrong in the refereeing process. – A Wuffle

Sociology is the branch of science with the most methods and the least results. – Henri Poincare, circa 1909-10

Campañas negativas 101

El martes pasado hubo dos elecciones para gobernador en USA. El incumbent Corzine (Dem) perdió la gubernatura de New Jersey frente a Christie (Rep). Corzine utilizó campañas negativas y perdió.  En Virginia, McDonell (Rep), quién casi no usó campañas negativas, derrotó a Deeds (Dem).   ¿Acaso estos resultados evidencian que las campañas negativas no funcionan?

Lee Sigelman at The Monkey Cage, responds:

From Josh Marshall over at TPM:

I’m hearing a number of people say that the upshot of last night was a rebuke for negative campaigning. But I don’t buy it. Because it misconstrues cause and effect (…) The reason negative campaigns often lose isn’t necessarily because people don’t like negativity. It’s because you usually get into running a negative campaign because that’s the last card you’ve got to play. McDonnell could run a feel good campaign because he was kicking Deeds butt pretty much the whole way. Conversely, Corzine didn’t lose because he ran a negative campaign. He ran a negative campaign because he was incredibly unpopular with New Jersey voters. And making Christie equally unpopular was really his only path to victory. This is elementary.

This is so elementary that even I agree. In Virginia, Deeds, the trailer, did what a trailer should do: try to move undecideds and McDonnell supporters toward himself. Lacking a charismatic personality or a set of compelling policy appeals, his only resort was to attack, attack, attack. He shot his big gun early and often, and then he had nothing left that could have caught him up. Meanwhile, McDonnell, as the clear front-runner, was able to do what a front-runner should do: wage a more positive campaign that emphasizes his appealing personal qualities. The McDonnell campaign’s response to Deeds’ relentless attacks was, I thought, masterfully done. (…) The elementary point restated: It’s not so much that attackers lose as that losers attack.

Como antecedente, estas son las encuestas a lo largo de las respectivas campañas (via Pollster.com):
NJ Gov: Christie (R) vs Gov. Corzine (D) / VA Gov: McDonnell (R) vs Deeds (D)

Financiamiento a partidos: Regulación

En México existe un amplio debate sobre el papel del dinero en la política y cómo regularlo.  Entre las grandes preguntas de este debate tenemos: ¿Cuánto debe subsidiarse una democracia en general, y a los partidos o candidatos en particular? ¿Deben limitarse las fuentes de ingresos de los partidos y candidatos—cuánto y de quiénes? ¿Deben limitarse los gastos de campaña—desde cuándo, cuánto y cómo? Por último, ¿cómo se puede regular  y monitorear el origen y aplicación de estos recursos de manera eficiente?  No existe una respuesta claramente establecida para todas estas preguntas pero vale la pena echar un vistazo a lo que hacen en otras latitudes.

Esta tabla resume la regulación del financiamiento a partidos políticos en 14 democracias “consolidadas”.  Jacaranda Pérez y un servidor hemos analizado un conjunto más amplio de países (aquí, por ejemplo) pero esta muestra es bastante ilustrativa de las prácticas más comunes. 

Si bien 10 de 14 países ofrecen financiamiento público a partidos, solo 2 de ellos establecen topes al gasto de campaña. Junto con el financiamiento público, la regulación más común son los requisitos de rendición de cuentas de ingresos y gastos (disclosure requirements). Nótese además que alrededor de un tercio de estos 14 países imponen restricciones de algún tipo a las contribuciones de individuos o corporaciones.  Por último, resalta que pocos países financian más del 50% del gasto de los partidos (estos porcentajes deben interpretarse con cuidado pues es muy difícil medir de manera confiable el gasto total de los partidos).

Financing of Political Parties: General Regulations and Methods    
      Limits on Contributions:      
Country Public funding=1 PubFund as % of total Indivi-duals Corpo-rations Expenditure limits=1 Disclosure req’mt =1 Limitations index
Austria 1 71 0 0 0 0 0
France 1 50 1 1 0 0 2
Germany 1 30 0 0 0 1 1
Italy 1 n.a. 0 1 0 1 2
Netherlands 1 26.5 0 0 0 1 1
Portugal 1 90 1 1 0 1 3
Spain 1 90 0 0 0 1 1
Sweden 1 50 0 0 0 0 0
Switzerland 0 0 0 0 0 0 0
United Kingdom 0 0 0 0 1 1 2
Australia 1 61 0 0 0 1 1
Canada 0 0.1 0 0 1 1 2
Japan 1 34 1 1 0 1 3
United States 0 0 1 1 0 1 3
               
Totals / Averages 10 38.66 4 5 2 10 1.50

Fuente: Elaboración propia con base en Karl-Heinz Nassmacher, IDEA Handbook on Funding Parties and Election Campaigns, 2003.

Sobre el subsidio a partidos políticos

En La Jornada de hoy (2-nov-09), John Ackerman da su opinión sobre algunas de las propuestas para reducir el financiamiento público a partidos que circulan en el debate público. Ackerman advierte, entre otras cosas, que reducir el financiamiento público a partidos favorecería al gran dinero. Este es un tema amplio pero por ahora me concentraré en una alusión particular:

Javier Aparicio, del Centro de Investigación y Docencia Económicas, ha dicho que “en la medida en que subsidiamos a los partidos políticos, les damos muy pocos incentivos para que se mantengan cerca de la ciudadanía”. Jorge Romero, de la Universidad Autónoma Metropolitana, sostiene que “hay que buscar un equilibrio que haga que los partidos se acerquen a la sociedad a fin de buscar recursos para hacer sus campañas de acuerdo con las causas que defienden”… Queda claro que la “ciudadanía” de la que hablan los expertos no se refiere a la población en general, sino únicamente a las personas más adineradas.

He aquí unas cuantas aclaraciones sobre mi postura en este tema. Por un lado, al parecer ambos estamos de acuerdo en que es deseable una mejor fiscalización del origen y aplicación de los recursos manejados por los partidos políticos. Donde no estamos de acuerdo es en los efectos de un mayor o menor financiamiento público (FP).

El argumento en favor del FP es que este sirve, entre otras cosas, para “paliar” la influencia del “gran dinero” en la vida de los partidos.  Pero tenemos escasa o nula evidencia sobre si este efecto en verdad ocurre (sospecho que no).  Si ocurriese, habría que preguntarnos si podemos producir el mismo efecto saludable con menos recursos.  Y si no ocurriese, hay que preguntarnos si hace falta más financiamiento público o si de plano hay que buscar otra forma de “alejar de la tentación a los partidos” (sospecho que sí). 

La mayoría de las democracias ofrecen cierto tipo de financiamiento público a sus partidos (directo o indirecto), pero muy pocos casos llegan a los niveles observados en México (por ello se dice que pocos países gastan tantos recursos públicos en administrar elecciones y subsidiar a sus partidos). 

Más del 90% del “gasto oficial” de los partidos políticos en México proviene de financiamiento público.  De acuerdo a la ley vigente, esta estructura podría ser 50.01% pública y 49.99% privada.  ¿Por qué nigún partido diversifica sus ingresos oficiales? Entre otras razones, porque si los partidos aumentaran sus ingresos oficiales, no podrían gastar dichos recursos dados los topes de gasto de campaña que son sumamente bajos. 

En 2006, por ejemplo, un partido requeriría 1475mdp para llegar al tope de gasto en las contiendas para presidente, senadores y diputados. Bien, pues el PRI recibió solamente ese año 1,265.6mdp de financiamiento público.  El PAN, por su parte, recibió 1,146.8dmp y los partidos de la Alianza por el Bien de Todos, 1,297.8mdp.  Con un subsidio tan generoso, ¿qué partido querría buscar recursos adicionales entre militantes o simpatizantes, si después no podrían gastarlos?

Se sospecha, por supuesto, que todos los partidos sostienen una estructura paralela e ilegal de financiamiento y gasto. (¿Quíén se animaría a hacer una campaña a diputado federal con un tope de gasto de aprox. 1 millón de pesos? Respuesta: los amigos de los gobernadores). 

En la medida que provee información al electorado, el gasto de campaña no es necesariamente malo. Pero de ahí no se sigue que el erario deba financiar el grueso del gasto de campaña.  Es posible que sea más eficiente gastar en fiscalizar (y sancionar) los ingresos y egresos de los partidos que subsidiar con escasos recursos públicos las actividades ordinarias y gastos de campaña de todos los partidos.

La influencia del gran dinero se aminora con límites a las contribuciones (permitiendo sólo pequeñas contribuciones, por ejemplo) y estrictos requisitos de rendición de cuentas sobre el origen y aplicación de recursos.  Hoy se premia con recursos públicos el éxito electoral previo de los partidos (por ello, el PRI será el partido con más recursos y spots en 2012). Bien, nada impide que el FP igualara (o multiplicara) las pequeñas donaciones obtenidas por los partidos de entre sus militantes o simpatizantes.

Se cree que el gran dinero sólo tiene cara de narco o de gran empresario y se pasa por alto que otros grupos tienen donantes igualmente grandes (o peligrosos), tales como los sindicatos públicos (SNTE, SME, STPRM), las burocracias y, por supuesto, el gasto electorero de diferentes órdenes de gobierno.  Y si hoy día todos los “poderosos” meten la mano en las elecciones, ¿qué resulta mejor, dar más subsidios a los partidos, o fiscalizarlos mejor a todos?

Mi argumento no es eliminar del todo el financiamiento público a partidos, sino repensar sus reglas.  Y si se piensa que, ante lo débil de nuestro estado de derecho, regular y fiscalizar las contribuciones a partidos es una tarea entre difícil o imposible, entonces tampoco veo cómo podemos suponer que el régimen de financiamiento actual de verdad mantenga al gran dinero lejos de los partidos–sobre todo cuando éste parece haber dado pie a no pocos partidos rentistas y a un mercado negro de fondos (y gastos) de campaña.