Mi blog de esta semana en Animal Político, Covarianzas, es una nota sobre los gobiernos divididos en México.
No (solo) eres tú, es el Congreso
Cuando el partido del presidente en turno no cuenta con mayoría simple en el Congreso, decimos que hay gobierno dividido, tal y como ha ocurrido en México desde 1997, cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados. Durante los últimos 15 años se ha repetido hasta el cansancio que el gobierno dividido produjo una parálisis legislativa y que, por ello, las “reformas estructurales que el país necesita” no llegarían hasta que algún partido o coalición pudiera recuperar una mayoría en el Congreso.
A partir de ese diagnóstico surgió la propuesta del entonces gobernador Enrique Peña Nieto para establecer una cláusula de gobernabilidad en el Congreso que garantizara un gobierno con mayoría, o bien la propuesta del entonces senador Manlio Fabio Beltrones por crear la figura de gobiernos de coalición. También se ha llegado a sugerir que la parálisis legislativa de estos años era evidencia de que la alternancia en el poder no garantizaba grandes reformas ni mejores políticas públicas.
Ante esta narrativa desoladora, los primeros meses del gobierno de Peña Nieto son todo un parteaguas: de repente ha vuelto el tiempo de las reformas estructurales “necesarias para mover a México”. En la versión más triunfalista de esta historia, hoy parece sugerirse que el gobierno dividido era un problema gravísimo… hasta que el liderazgo y capacidad de negociación del nuevo presidente llegaron a Los Pinos. Quizá sea cierto, pero el argumento es contradictorio: ¿faltaban mayorías o faltaba un negociador eficaz?
(Aquí la conclusión)
¿Qué podemos decir sobre la LXII Legislatura, vigente entre 2012 y 2015? Por separado, ni el PAN ni el PRD tienen poder de veto para reformas constitucionales. Una coalición PRI-PRD o bien PRI-PAN es suficiente para una reforma legal o constitucional. Dada la ubicación en el espectro izquierda-derecha de los partidos políticos, el gobierno dividido que enfrenta Peña Nieto al inicio de su mandato es distinto al que tuvieron Fox y Calderón. Mientras el PRI siga siendo la bancada mediana del Congreso, un presidente del PRI podrá impulsar su agenda legislativa con mayor facilidad que uno del PAN o PRD. Es una historia incompleta y un poco más complicada, sí, pero quizá más realista que la teoría del gran negociador.
Pueden leer la nota completa aquí.
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