Medios, corrupción y captura gubernamental

En varias ocasiones he dedicado mi columna de Excélsior, Voto razonado, a comentar diversos aspectos de la relación entre libertad de prensa, medios masivos de comunicación, combate a la corrupción y la posibilidad de que el gobierno intente capturar o sesgar a los medios. He aquí algunas de ellas, en orden cronológico.

Publicidad gubernamental (6 enero 2018)

El 25 de diciembre de 2017, el New York Times publicó en primera plana un reportaje sobre la influencia de la publicidad gubernamental en la cobertura mediática en México. El reportaje suscitó una interesante discusión y hoy quiero ocuparme de algunas aristas de este importante tema.

En otro momento (18-marzo-2017) he discutido cómo los medios libres e independientes pueden ayudar a vigilar el desempeño gubernamental de diversas formas, y su importante papel para combatir la corrupción de los gobiernos.

Dado que el gobierno dispone de tiempos oficiales en radio y televisión, el gasto en publicidad gubernamental difícilmente puede considerarse de interés público. Una industria mediática libre e independiente no debería requerir subsidios para sobrevivir. Al recibir pagos o subsidios, los medios se vuelven menos independientes. En caso de haber interés público en cierto gasto publicitario, entonces son necesarias reglas claras y transparentes para su ejercicio. Veamos por qué.

Andrea Prat, profesor de la Universidad de Columbia, ha estudiado la economía política de los medios de comunicación masiva. Al exhibir corruptelas ante una sociedad poco informada, los medios libres e independientes pueden ser una verdadera amenaza para los políticos en el poder. De serles posible, los gobiernos de cualquier signo buscarán formas de silenciar o sesgar a los medios en su favor.

Según Prat, desde un punto de vista analítico y simplificado, los medios tradicionales pueden ganar dinero de dos formas básicas: mediante ingresos relacionados con sus audiencias —ventas, suscripciones, anuncios comerciales, etcétera— y mediante pagos gubernamentales. Los primeros dependen principalmente de la calidad de la información publicada. Los segundos, sin embargo, dependerán principalmente de la información no publicada: el famoso “no pago para que me peguen”.

El gobierno puede presionar a los medios de varias formas: desde persecuciones judiciales o amenazas, sobornos directos a los dueños, o bien, de manera sutil o indirecta mediante la compra de publicidad gubernamental. Otra forma indirecta sería dar acceso privilegiado a ciertas fuentes noticiosas a los medios más amigables. A este fenómeno se le conoce como “captura gubernamental”.

¿Cómo puede paliarse la captura gubernamental de los medios? En primer lugar, dice Prat, el pluralismo mediático hace más difícil la captura gubernamental: es mucho más difícil presionar a muchos medios que a unos cuantos. En segundo lugar, una “sana distancia” entre medios y gobierno hace más difícil la captura porque eleva el costo político de intentar sesgar a los medios.

Por último, mientras más rentable sea la industria mediática por sí misma —es decir, a mayores ingresos privados—, más costosa o difícil será la captura gubernamental. Un elevado gasto público en propaganda tiene el efecto contrario: facilita la captura o el sesgo de los medios.

La captura gubernamental de los medios es difícil de medir directamente. Pero sus consecuencias no tanto: puede esperarse que haya más alternancia cuanto más verídica sea la información provista por los medios, mientras existan más medios, y mientras éstos sean más rentables.

Como sabemos, cambios tecnológicos recientes —internet, redes sociales, etcétera— han afectado la rentabilidad de los medios tradicionales. Pero si el gobierno puede gastar en publicidad sin mayores controles o restricciones, es posible que el mismo cambio tecnológico que facilita la difusión de más y mejor información, también facilite la captura gubernamental de una industria mediática en declive.

 

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Convocatoria para Consejos Distritales INE – CDMX 2018

El 1o de noviembre pasado, se abrió la convocatoria para participar en el proceso de designación de consejeros y consejeras distritales del INE en todo el país para los Procesos Electorales Federales 2017-2018 y 2020-2021. Se trata de integrar los 300 consejos distritales que organizarán las elecciones federales de 2018 y 2021. La fecha límite para participar en la CIUDAD DE MÉXICO es el MIÉRCOLES 15 de noviembre de 2017.

¿Qué son los Consejos Distritales del IFE?

Durante cada proceso electoral, las juntas distritrales del INE alojan a 300 Consejos Distritales. Son los responsables, por así decirlo, de la organización de las elecciones en cada distrito, y supervisan las actividades del propio INE.

¿Por qué es importante participar?

Dado el desgaste de nuestras instituciones electorales, es muy importante que la ciudadanía ocupe los espacios que la ley misma abre para su participación. Si la sociedad no ocupa al INE desde abajo, ya sabemos quiénes sí lo intentarán: los partidos políticos o los mismos de siempre (insiders). Continue reading

Sobre el conteo rápido del Estado de México 2017

Como sabrán, por primera vez hubo conteo rápido para la elección de gobernador(a) en el Estado de México. El conteo rápido estimó resultados con base en una muestra de las 1,347 casillas recabadas a las 21:10 horas del 4 de junio de 2017.

Los límites inferior y superior estimados por el Comité del Conteo Rápido del Estado de México se indican en la primera gráfica. Por otro lado, la evolución de las tendencias de voto conforme se recabó la muestra están en la segunda gráfica. La tercera gráfica ilustra cómo las tendencias del PREP –que tiene fuertes sesgos urbanos– eventualmente convergen hacia las estimaciones del Conteo Rápido.

Esa misma noche, se dijo que esa muestra era incompleta o insuficiente para estimar el resultado de la elección. Esto era falso, puesto que el diseño muestral originalmente propuesto solo requería una muestra de 1,200 casillas. Sin embargo, para paliar una posible tasa de no reporte de hasta 34%, se generó una muestra ampliada de 1,818 casillas (1200/0.66=1818).

Sin embargo, es comprensible que muchas personas no crean esto. Después de todo, nadie debería estar obligado a conocer sobre diseño muestral o teoría estadística para confiar en un conteo rápido (caso contrario son los líderes partidistas, quienes conocen este tipo de ejercicios desde hace años).

Para salir de dudas, he diseñado una hoja de Excel que calcula el porcentaje de votos de cada candidato(a) a gobernador(a) para una muestra aleatoria de aproximadamente 1,347 casillas (7.2% del total de casillas), tomadas de la base de datos del PREP EDOMEX 2017.

Si quieres generar una muestra aleatoria de casillas similar a la usada por el Comité Técnico del Conteo Rápido y calcular los porcentajes de voto estimados, solo descarga este archivo de Excel y presiona F9 en tu propia computadora:
Simulador de conteo rápido Edomex 2017 (archivo excel, 4mb).

Las elecciones tienen fuertes componentes aleatorios. Por ello, cada elección es una oportunidad de aprender un poco de estadística.

*Aquí encontrarán toda la documentación del Conteo Rápido del Estado de México 2017, incluyendo la base de datos utilizada en la estimación final (archivo zip, 3mb).

 

Sobre el PREP del Estado de México 2017

Circulan en internet algunos videos sobre un supuesto “fraude en el PREP del Estado de México” donde se copian datos de la página web del PREP en excel y las sumas no checan.  Va una nota rápida para intentar aclarar las cosas.

  1. El voto de Del Mazo implica sumar 15 columnas: PRI PVEM NA ES, más las combinaciones de 4, 3 o 2 logotipos de la coalición.
  2. El PREP presenta resultados ya sea por partido o por candidatura.  El segundo es un agregado del primero por la coalición del PRI.
  3. Algunos rubros de voto aparecen registrados como “ilegibles” o “sin dato” en algunas actas.
  4. La columna de votos de Del Mazo muestra esas etiquetas (ilegible o sin dato) cuando alguno de los 15 elementos constitutivos era ilegible o sin dato. Pero el PREP sí suma los casos que sí tienen dato, Es por esto que la suma de esa columna “parece” no coincidir.
  5. Lo correcto es analizar los resultados “por partido” y sumar las 15 columnas correspondientes a Del Mazo.
  6. Los demás candidatos no iban en coalición y por eso en sus casos no hay esta aparente discrepancia entre “voto por candidato” y “voto por partido”.
  7. La base de datos completa del PREP es descargable. Es más fácil analizar todo lo anterior así que haciendo copy paste en Excel.
  8. Lo sustantivo: El PREP es un instrumento de transparencia que permite a quien guste verificar los datos de su casilla, distrito o municipio.
  9. Las actas de casilla son llenadas por ciudadanos(as). Muchas tienen errores o inconsistencias que se resuelven en los cómputos distritales.

Aquí encontrarán la base de datos del PREP descargable en Excel, con las sumatorias por candidato y totales respectivas, para que comprueben lo anterior.

Aquí la página del PREP.

Aquí dos imágenes comparando el PREP con la suma correcta en Excel:

Número efectivo de candidaturas

En las últimas semanas he comentado varios aspectos de las elecciones locales de este año en México–en mi columna “Voto razonado” de Excélsior. Aquí la tercera de ellas.

Candidaturas efectivas (27 mayo 2017)

Al inicio de muchas contiendas electorales se habla de “elecciones de tres”, o bien de encuestas que muestran “un empate a tercios”. Con miras a la futura elección presidencial, por ejemplo, hay quien habla de la terrible posibilidad de tener un presidente electo con menos de un tercio de votos. Y conforme se acerca el final de las campañas, la historia casi siempre evoluciona del siguiente modo: “Pues parecía que era una elección de tres, pero, la verdad, es que ya es de dos”.

Si bien es posible que una elección por un cargo de mayoría relativa acabe siendo disputada “a tercios”, lo cierto es que este resultado no es muy frecuente. ¿Por qué es tan predecible la historia de elecciones que se disputan entre dos punteros y, en su caso, un puñado de candidaturas testimoniales?

Las reglas electorales producen dos tipos de efectos en los resultados: los llamados efectos sicológicos y, por otro lado, efectos mecánicos o aritméticos. El politólogo francés Maurice Duverger estudió la tendencia de los sistemas de mayoría relativa a producir sistemas bipartidistas o cercanos al bipartidismo. Por un lado, la regla de mayoría produce sobrerrepresentación de ciertos partidos a costa de la subrepresentación de otros-éste podría considerarse el efecto mecánico. Por otro lado, bajo la regla de mayoría, también puede esperarse que el electorado vote de manera estratégica e ignore a las candidaturas o partidos con pocas posibilidades reales de ganar, aunque estas sean sus opciones favoritas. El llevado y traído voto útil puede considerarse un efecto sicológico. Y entre la sobrerrepresentación de unos y el voto útil de otros, no es difícil pronosticar “contiendas de dos”.

Desde este punto de vista, la típica historia de una campaña que comienza fragmentada y acaba decantándose entre dos no es más que el proceso en el cual el electorado descubre o averigua quiénes son las dos candidaturas por las cuales vale la pena “salir a votar para no desperdiciar su voto”. Esto no obsta, por supuesto, para que muchas personas insistan en votar por candidaturas sin posibilidades reales de ganar —pero esa es harina de otro costal—.

Una forma de medir este fenómeno es utilizando una fórmula matemática llamada el número efectivo de partidos o candidatos (NEP o NEC). Este se calcula como el inverso de la suma de las proporciones de votos obtenidos por cada candidatura, elevadas al cuadrado. Este procedimiento otorga un mayor peso relativo a las candidaturas que obtienen más votos que las candidaturas menores. Por ejemplo, una elección con tres candidatas que obtengan 45, 40 y 15% de votos, respectivamente, tendría un número efectivo de candidaturas de 2.6. Y una contienda 60/40, tendría un índice de 1.92.

Si tomamos en cuenta las elecciones para gubernaturas en México realizadas entre 2003 y 2013, el número efectivo de candidaturas promedio fue de 2.49. Según este criterio, menos de 15 por ciento de ellas acabaron siendo elecciones “de tercios” o fragmentadas de algún modo similar. En los casos en los que ha habido coalición PAN-PRD, por ejemplo, el número efectivo de candidaturas promedio ha sido de 2.26.

Este mismo indicador puede utilizarse para medir el número efectivo de partidos en otro tipo de contiendas. Por ejemplo, si analizamos los porcentajes de votos obtenidos por cada partido para elecciones legislativas a nivel estatal, el número efectivo de partidos es de tres. La elección presidencial del año 2000 tuvo un NEP de 2.5, mientras que la de 2006 tuvo tres. Para tener una contienda electoral reñida, basta tener al menos dos candidaturas efectivas.

Clientelismo y participación electoral

En las últimas semanas he comentado varios aspectos de las elecciones locales de este año en México en mi columna “Voto razonado” de Excélsior. Aquí la segunda de ellas.

Clientelismo y participación (20 mayo 2017)

La semana pasada, en este mismo espacio, comentaba la aparente paradoja de que en algún país o entidad pueda haber un claro “deseo de cambio” en el partido en el gobierno y que éste no necesariamente venga acompañado de alternancia en el poder. Una primera respuesta es una falla de coordinación: si la oposición no logra construir una alianza opositora, un partido político indeseable para una mayoría absoluta del electorado puede acabar manteniendo el poder por mayoría relativa —beneficiándose de la fragmentación del voto opositor—. Una segunda respuesta tenía que ver con la calidad de las candidaturas: para ganar una elección reñida hacen falta candidatas (os) de calidad— o por lo menos contar con mejores candidaturas que las del partido en el gobierno—.

Una tercera posibilidad es que la alternancia no llega porque los partidos en el gobierno recurren a su “maquinaria” de movilización, compra o intimidación de votos: el así llamado clientelismo. Como sabemos, las elecciones locales inducen una menor participación electoral que las presidenciales. En principio, una elección en una demarcación pequeña —como un municipio o distrito local— y con baja participación electoral puede resultar más susceptible al clientelismo: es más fácil comprar unos cuantos cientos o miles de votos —y que éstos afecten de manera determinante el resultado—, que millones de ellos.

Hay quien dice que, a pesar de todos los esfuerzos legales e institucionales para contar con elecciones libres y justas, el clientelismo ha venido en aumento con la transición democrática de nuestro país. Puede ser. En la medida que haya más elecciones reñidas, los partidos políticos de cualquier signo tendrán mayores incentivos para intentar comprar votos. La lógica es similar: una elección reñida puede decidirse con pocos votos. El otro lado de la moneda es que las elecciones reñidas también pueden inducir mayor participación electoral.

Si todo lo anterior es cierto, hay dos claves para derrotar el clientelismo: buscar una mayor participación electoral y tener más elecciones locales concurrentes con las federales. En el mismo sentido, hay quienes incluso sugieren que hacer obligatorio el voto es un buen antídoto contra el clientelismo, por ejemplo. La consecuencia de estas medidas sería reducir el peso relativo de las maquinarias electorales y el clientelismo.

¿Existe un sesgo partidista en la participación o abstencionismo electorales? Por mucho tiempo se creyó que sí, pero lo cierto es que esto depende del año y el tipo de elección que se analice. Si consideramos las elecciones federales de 2012, el abstencionismo no estuvo asociado con una mayor proporción de votos para el PRI (y en 2015 ésta relación fue negativa).

Por otro lado, si analizamos los resultados de elecciones locales entre 2003 y 2015, resulta que en las elecciones municipales y para congresos locales el abstencionismo sí ha beneficiado al PRI. Por último, si sólo consideramos las elecciones para gubernaturas en el mismo periodo, nuevamente no parece haber una relación sistemática entre abstencionismo y votos para el PRI.

¿Cómo interpretar esta evidencia aparentemente  contradictoria? Por un lado, hay que recordar que, al igual que en el gobierno federal, la mayoría de los estados y municipios ya han tenido alternancia partidista. Si una mayor participación electoral —el supuesto antídoto del clientelismo— no siempre perjudica al PRI, pueden inferirse dos cosas: o bien, el clientelismo ya no es una práctica exclusiva del otrora partido hegemónico, o bien el antídoto en realidad no funciona como se esperaba.

Incertidumbre en elecciones locales

En las últimas semanas he comentado varios aspectos de las elecciones locales de este año en México en mi columna de Excélsior, “Voto razonado”. Aquí la primera de ellas.

Incertidumbre local (13 mayo 2017)

Estamos en la recta final de las campañas electorales en Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz. Tan sólo hace seis años, Eruviel Ávila y Rubén Moreira obtuvieron más del 60% de los votos de sus respectivas entidades. Eran otros tiempos en ese lejano 2011, sin duda. A diferencia del pasado, en que las elecciones en lugares como Coahuila o el Estado de México eran relativamente predecibles por ser sendos bastiones priistas, este año ambas gubernaturas lucen sumamente reñidas.

El 2 de mayo pasado, en una mesa redonda sobre elecciones locales organizada por el CIDE, Lorena Becerra —politóloga y experta en opinión pública—, señaló que según las encuestas levantadas  por el diario Reforma a finales de abril, 78% del electorado en el Estado de México y 71% en Coahuila considera que debe cambiar el partido en el gobierno. A partir de ese par de datos, uno podría inferir que las probabilidades de triunfo del PRI en aquellas entidades son relativamente bajas. ¿Será? Por otro lado, las intenciones de voto reveladas en esas mismas encuestas, y otras más, sugieren otra cosa: se trata de elecciones reñidas y de pronóstico reservado entre el PRI y el PAN en un caso, y entre el PRI y Morena, en el otro.

Por desgracia, a diferencia de las elecciones presidenciales, en el caso de las elecciones locales contamos con relativamente menos encuestas públicas. Para el Estado de México, la entidad más grande en juego este año, cuatro periódicos nacionales publicaron encuestas durante abril pasado: El Economista, El Financiero, El Universal y Reforma.

A partir de los resultados de estas cuatro encuestas, Javier Márquez —experto en estadística y opinión pública— ha realizado un meta-análisis obteniendo los siguientes resultados: hacia finales de abril, Alfredo Del Mazo tendría entre 20 y 23% de las preferencias, Delfina Gómez entre 17 y 23%, y Josefina Vázquez Mota entre 14 y 17 por ciento. Estos intervalos son relativamente bajos porque no incluyen una tasa de no respuesta elevada aún de entre 23 y 32% del electorado.

Meta análisis de Javier Márquez

¿Quién ganará? No lo sabemos y eso, de entrada, ya es una buena señal de la importancia del voto a nivel local. ¿Fallarán las encuestas? Tampoco lo sabemos aún. Hace apenas un año, la elección de gobernador en Veracruz lucía “empatada a tercios” y, al final de cuentas, el margen entre el primer y segundo lugar fue de 4.5 puntos porcentuales, y de ocho puntos entre primer y tercer lugar.

¿Cómo puede haber un claro hartazgo y deseo de cambio en una entidad y que, al mismo tiempo, no tengamos claro si habrá alternancia o no? Hay tres respuestas, al menos. En un sistema multipartidista, para ganar una gubernatura hace falta construir coaliciones. De ser posible, es natural y deseable que haya una coalición opositora. En su defecto, cuando los partidos no son capaces de hacer esto, hace falta una coalición de votantes (para eso sirve el llamado voto útil).

En ausencia de coaliciones, la fragmentación del voto puede acabar favoreciendo al partido en el poder. Por ello, un segundo elemento tiene que ver con la calidad de las campañas. Incluso en ausencia de coaliciones, una campaña profesional puede ayudar al electorado a decantarse por la mejor candidatura opositora.

El tercer elemento tiene que ver con la calidad de las candidatas (os). Más allá de las estructuras, el presupuesto y la estrategia de cada partido o campaña, todos ellos factores importantes, para ganar una elección hacen falta buenos candidatos (as). Las campañas son esa ocasión única en que el electorado indeciso puede dilucidar quién merece su voto. Pero lo necesario no siempre es suficiente.

Votar por coaliciones

Desde la reforma electoral de 2007/2008, en México se puede votar por dos o más partidos a la vez, siempre y cuando estén en coalición.

Una candidatura en coalición de dos partidos implica tres formas de votar: por A, por B, o bien por A y B. Una coalición de tres partidos ya es más complicada: se puede votar por A, B, C, “A y B”, “A y C”, “B y C”, o bien por “A, B y C”. Estos votos no cuentan doble ni triple, pues la ley señala que se prorratean entre los partidos de la coalición.

Evidentemente, esto ha producido confusiones entre el electorado, mayores errores en el escrutinio de las casillas, y un mayor número de votos nulos en las demarcaciones con coaliciones.

Si hacemos las combinatorias respectivas, resulta que:
Hay 7 formas de votar por una coalición de 3 partidos.
Hay 15 formas de votar por una coalición de 4 partidos.
Hay 31 formas de votar por una coalición de 5 partidos.
Hay 63 formas de votar por una coalición de 6.
Hay 127 formas de votar por una coalición de 7.

“Eso no pasa”, dirán algunos. Pues bien, en la elección para gobernador en Veracruz 2016,  el PRI hizo una coalición de 5 partidos, y este año en el Estado de México habrá una coalición de 4 partidos y en Coahuila habrá una de 7.

Las coaliciones multipartidistas son una buena idea. Votar por dos o más logotipos no tanto. ¿Alguien podría pedirle al Congreso o al TEPJF terminar con este sinsentido y volver al simplísimo “vote por uno, el que más le guste”?

Ejemplos: AEC_Veracruz_2016 / AEC_Coahuila_2017 / AEC_Edomex_2017

*Nota: Las M formas posibles de votar por una coalición de N partidos está dada por la expresión: M = 2^N – 1.

Gasolina y desilusión fiscal

Este año comienza, una vez más, con los precios de la gasolina en las primeras planas. Entre enero 2015 y enero 2017 he escrito columnas sobre los precios de la gasolina desde diferentes ángulos. En el centro del debate hay una importante transición, de una política fiscal basada en la “renta petrolera”, a uno en el que los impuestos a las gasolinas son una renovada fuente de recaudación. Aquí un recuento de ellas, en orden cronológico.

Gasolina injusta (3 enero 2015).

Veneros del diablo (10 enero 2015)

¿Gasolina barata? (2 enero 2016)

Desde hace varias semanas el gobierno federal ha anunciado con bombo y platillo que, a partir del inicio de este 2016, la gasolina bajará de precio—lo cual es un hecho inédito en muchos años. Si bien es cierto que es de aplaudirse que el gobierno anuncie que dejará que los precios de la gasolina fluctúen en cierta sintonía con los precios internacionales, vale la pena poner esta nueva política en perspectiva.

Vayamos por partes. Si el anuncio es tan buena noticia, entonces ¿a quién protegía el control de precios de las gasolinas del pasado? Durante muchos años, gobiernos de diferentes colores adujeron que una de las ventajas de “que el pretróleo fuera nuestro” y de que contáramos con un monopolio público para la venta de gasolinas era que esto permitía proteger a la población de la indeseable volatilidad de los precios de mercado (no olvidemos que, en la retórica de muchas políticas públicas, el gobierno es bueno y el mercado es malo, claro está).

Lo cierto es que, durante los últimos veinticinco años, la norma fue que Pemex (el monopolio estatal que administró por décadas ese petróleo que “era nuestro”) nos vendiera gasolinas a precios mayores que los del mercado internacional. Al hacerlo, el gobierno federal cobraba un impuesto implícito a los consumidores de combustibles. Y cuando los precios internacionales del petróleo fueron muy altos, como sucedió entre 2007 y 2012, ocurrió justo lo contrario: Pemex nos vendió gasolinas a precios inferiores a los del mercado internacional. Al hacerlo, el gobierno federal otorgó un subsidio implícito (y de miles de millones de pesos) a los consumidores de gasolinas. Continue reading

Hoy no circula

Hace un par de semanas, a propósito de la contingencia ambiental, escribí en Excélsior sobre la “Tragedia de los Comunes“. Ahora que se han anunciado nuevas medidas para reforzar el programa Hoy No Circula, abordo nuevamente el tema: “Hoy Tampoco Circula

Lucas Davis, economista y profesor de la Universidad de California en Berkeley, realizó un detallado estudio de la primera versión del programa Hoy No Circula implementada en 1989 y su impacto en la calidad del aire de la ciudad. Usando datos de las estaciones de monitoreo —por día y hora— antes y después de la implementación del programa, Davis encontró que el HNC no mejoró la calidad del aire entre semana y, de hecho, ésta empeoró los fines de semana. ¿Cómo pudo ocurrir esto?

El estudio arroja varias claves: el uso del transporte público no aumentó como era de esperarse. Lo que sí aumentó significativamente fue el consumo de gasolina, el uso de taxis, así como el número de autos nuevos y usados.  Es decir que muchos hogares adquirieron un auto adicional con el agravante de que, si era usado, éste podía ser más contaminante que el auto que no circulaba.

Ahora bien, el que el HNC no haya funcionado en aquel entonces no implica que hoy esté condenado al fracaso: quizá hoy sí nos bajemos del coche para subirnos al metrobús, quizá hoy comprar un 2o coche no sea tan contaminante, quizá hoy habrá más car-pooling, etc. Al mismo tiempo, la evidencia de aquellos años sugiere que no podemos suponer a ciegas que el HNC funcionará esta vez. Vaya, si el HNC “funcionara” durante estos tres meses, tampoco implicaría que seguiría haciéndolo al volverlo permanente. El fondo del asunto es que necesitamos un diagnóstico adecuado del problema y evaluar seriamente las alternativas disponibles y su factibilidad. Por ejemplo: si resulta indispensable reducir el número de vehículos en circulación, racionar su uso es solo una opción; cobrar más por usar autos o circular en ciertas zonas y horarios es otra, por ejemplo.

Aquí encontrarán el artículo. Y estas son algunas de las gráficas de su análisis:

Fuente: Davis, Lucas W. The Effect of Driving Restrictions on Air Quality in Mexico CityJournal of Political Economy, 2008, 116(1), 38-81. Continue reading

¿Candidaturas independientes para la Asamblea Constituyente CDMX?

Como sabemos, para obtener el registro como candidata(o) independiente para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México hacen falta, entre otras cosas, 1% de firmas de la lista nominal (7,379,200 electores). Sea r el umbral mínimo de firmas requeridas.

Ahora bien, para obtener una curul hacen falta al menos 1/60 o 1.66% de los votos totales. Sea g ese umbral mínimo de votos y t la tasa de participación electoral observada el 5 de junio próximo.

Si la tasa de participación electoral es menor a 60%, r será mayor a g: habrán sido necesarias más firmas para conseguir el registro que votos para ganar una diputación constituyente.

constituyenteCDMX

Aquí una columna reciente al respecto.

10 tuits sobre voto nulo vs. voto de castigo

El viernes 5 de junio tuiteé 10 ideas rápidas sobre el debate entre voto nulo vs. voto de castigo. Aquí los recopilo for the record. Y, por si acaso, aquí encontrarán más detalles sobre el fondo de la cuestión.

  1. El argumento moral, deontológico o expresivo de los anulistas –“yo no voto por indignos, protesto contra ellos”– es irrebatible.
  2. Pero el argumento consecuencialista del voto nulo es fácilmente derrotado –con aritmética, teoría y evidencia– por el voto de castigo.
  3. No hay forma “incorrecta” de votar. Vota como quieras: es tu voto, tu moral y/o tu pragmatismo.
  4. La pregunta de fondo es clave: ¿cuál es la mejor forma de presionar a los políticos, “anulando como protesta” o “casgtigando con votos”?
  5. Hay mucho debate sobre el sesgo partidista del voto nulo. De haberlo, es de impacto trivial. Acaso es más grave el abstencionismo.
  6. Sea cual fuere el resultado del domingo, sería absurdo culpar a los anulistas de una decisión colectiva.
  7. Por otro lado, si para los anulistas resulta irrelevante la composición del Congreso, será interesante ver sus reacciones el mismo lunes.
  8. Intenciones del voto nulo: lo que para unos significa un acto de protesta, para otros es un aval del statu quo o del resultado electoral.
  9. Considera las consecuencias de tu voto. En política, como en tantas otras cosas, importan más las consecuencias que las intenciones.
  10. Basta que el partido en el gobierno pierda 2 curules para que pierda la mayoría simple en el Congreso. ¿Quieres incidir en ello? Vota.

Resultados electorales para diputados 1997-2012

Estos son los mapas de resultados –a nivel distrito– de la primera y segunda fuerza en elecciones para diputados federales de mayoría relativa entre 1997 y 2012. La fuente de los datos y mapas es el SICEEF-INE.

Resultados por distrito para Diputados MR 2012

Resultados por distrito para Diputados MR 2009

Resultados por distrito para Diputados MR 1997 – 2006

Como se aprecia, una es la pluralidad que se evidencia en los ganadores o primeras fuerzas, y otra es la pluralidad en las segundas fuerzas. Los diputados pluninominales que a muchos enfadan, capturan esta última.

Por orto lado, los cambios o avances en la pluralidad en segundas fuerzas anticipan en cierto modo la pluralidad de primeras fuerzas de años posteriores. Basta comparar, por ejemplo, el mapa de segundas fuerzas en 1997 con el de primeras fuerzas en 2006.

La dinámica de los resultados electorales entre 2006, año en que el PRI fue la tercera fuerza en el Congreso, y 2009-2012, años en que este recuperó la primera fuerza, se ilustra muy bien con un diagrama de Sankey.

Cito de aquí en adelante el análisis de Javier Márquez:

Han habido “cambios importantes en el número de distritos ganados por los partidos políticos. La gráfica de abajo muestra la evolución del partido ganador en los 300 distritos del país. El ancho de las franjas es proporcional al número de distritos que ganó cada partido o coalición en las elecciones de 2006 (primera columna), 2009 (segunda columna) y 2012 (tercera columna). Por sencillez, los resultados están agrupados en tres bloques: (1) PAN, (2) PRI + Coalición PRI-PVEM y (3) PRD + Coalición PRD-PT-MC.

Flujo de triunfos distritales Diputados MR 2006-2012

Pero quizá lo más interesante del diagrama de arriba es que las victorias distritales de un partido no provienen necesariamente de distritos que les fueron favorables en el pasado. Por ejemplo, en 2009 el PAN ganó 70 distritos. En 2012 ganó 52 distritos, de los cuales, la mayoría provino de distritos que el PRI o su coalición ganó en 2009. A su vez, el PRI ganó un número considerable de distritos que el PAN ganó en 2009.

La gráfica también ilustra los patrones de competencia que mencioné en un post anterior: el flujo de distritos entre el PAN y el PRD es muy pequeño; la mayor parte de los flujos interpartidistas involucran al PRI. De ahí que la fragmentación de la oposición en la próxima elección podría ayudar al PRI a compensar el midterm loss.”

2 mitos del voto nulo

Dicen por ahí que el voto nulo es más eficaz que el voto de castigo. ¿Será?

1. ¿Estás harto del sistema de partidos? El voto nulo ayuda a todos los partidos a mantener el registro.

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La lista nominal al 15 de abril de 2015 es de 83,563,190 votantes. Si todos votamos, cada partido requeriría al menos 2.5 millones de votos (3% del total) para sobrevivir. Pero si solo vota la mitad de los empadronados –un escenario realista–, cada partido necesita al menos 1.25 millones de votos. Los votos nulos no cuentan en la suma de votos válidos, por lo que equivalen a abstenciones. Por ello, a mayor voto nulo, menos votos requerirá un partido para mantener el registro.

Este efecto es independiente de las preferencias partidistas de los anulistas y no asume que ellos favorezcan a tal o cual partido. Los votos nulos no necesariamente benefician a un partido en particular, ayudan “a todos” a superar el umbar de 3%. Y esto ocurre porque cada partido político tiene una capacidad –mayor o menor– de movilización de votos.

2. ¿De votante partidista a anulista? El voto nulo afecta menos al partido que te decepcionó que un voto de castigo.

algebravotonulo

Si dejas de votar por el partido con el que antes simpatizabas y ahora anulas tu voto, disminuyes la fuerza de ese partido; pero como el voto nulo no es un voto válido, también disminuyes la suma de votos totales, lo cual ayuda a ese mismo partido. En contraste, si dejas de votar por A y lo castigas votando por B, ineludiblemente perjudicas más al primero.

¿Voto nulo o voto de castigo? El debate

Al calor del cierre de las campañas electorales, en los últimos días he participado en diversos debates sobre el voto nulo. Aquí van las ligas a algunos de ellos:

Lecturas relacionadas: